Se nos vende a menudo que emprender es una cuestión de ideas, innovación y trabajo duro, pero mi experiencia tras 20 años es que no son esas las razones que realmente determinan el éxito.
De hecho, los factores que más influencia tienen en nosotros a la hora de emprender son, precisamente, aquellos sobre los que nosotros podemos ejercer menos influencia.
Parece un trabalenguas, pero es verdad.
He trabajado con emprendedores de casi cada sector. Todos ellos tenían productos o servicios excelentes, que resolvían problemas reales. Al fin y al cabo, esa ha sido siempre mi premisa inicial para colaborar.
Y dado que todos presentaban esas características de trabajo duro, mercado correcto y producto adecuado, ¿qué diferenciaba a los que triunfaban de los que no?
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Lo que dicen los datos
Uno de los libros más interesantes que he leído al respecto ha sido Success and Luck: Good Fortune and the Myth of Meritocracy de Robert H. Frank, economista de la Universidad de Princeton. En él, Frank estudia qué factores son los que determinan el éxito y la conclusión principal del libro, basada en los datos, es esta:
En contextos competitivos muchos tienen méritos, pero pocos tienen éxito, lo que separa a unos de otros es la suerte.
La tesis principal de Robert Frank es que la suerte juega un papel mucho más importante del que queremos admitir. Al fin y al cabo, las personas siempre nos hemos resistido a pensar que el mundo tiene mucho de azar, de modo que hemos inventado toda clase de historias y mitologías para explicar que debe haber algún sentido por alguna parte.
En mi experiencia, Frank tiene razón y eso no es descorazonador ni significa que el trabajo duro no importe, al contrario.
El trabajo duro es fundamental y sin él no tendremos nada, pero es una condición necesaria, no suficiente.
Si la suerte llama y no tenemos nada que ofrecer, pasará de largo, pero el trabajo duro, la inteligencia o el producto perfecto no son garantía de nada por sí solos.
Pocas cosas hay más comunes que matarse a trabajar para nada, los genios fracasados y los productos superiores que son desbancados por otros más mediocres.
Las formas que adquieren el azar y la suerte a la hora de emprender
Esa suerte, en el día a día del emprendedor con éxito, se suele manifestar en:
1. Un contexto favorable
En el que partes con contactos, dinero o una posición ventajosa que te viene dada. Casi todos los millonarios «hechos a sí mismos» corresponden a esta categoría.
Bill Gates consiguió la famosa reunión con IBM que catapultó a Microsoft gracias a los contactos de su madre, Bezos consiguió cientos de miles de dólares para empezar porque sus padres pusieron dinero e instaron a sus amigos ricos a invertir, Elon Musk proviene de una familia con minas de esmeraldas, Mark Zuckerberg viene de un hogar acomodado que le permitió estudiar en una universidad de élite, donde pudo relacionarse con los acaudalados gemelos Winklevoss…
Creo que la tónica general, salvo alguna excepción, está más que clara.
Del mismo modo, una de las mejores cosas que te pueden pasar es que se fijen en ti aquellos que tienen poder e influencia, ya sea económica o social. Eso es mucho más probable cuando perteneces a su círculo, algo que no es fácil a menos que ya comiences cerca de él.
2. El momento adecuado
Lo de que hay que estar en lugar adecuado y en el instante correcto es cierto. Y ese instante, muchas veces, depende de la suerte.
Los productos triunfan o mueren por el momento en el que se lanzan. El iPad fue un éxito, pero hubo otro «iPad» mucho antes, el Apple Newton, que fue un fracaso porque estaba demasiado adelantado a su tiempo.
Del mismo modo, en muchos mercados lo importante es ser el primero y no ser el mejor.
De hecho, esa es una de las conclusiones principales del clásico libro Las 22 leyes inmutables del Marketing, muy recomendable, por cierto.
Ese timing, que en su día analicé a fondo es, de hecho, uno de los factores clave para tener un negocio próspero.
Hace poco, compartía en el boletín exclusivo para emprendedores una disección de mi primer producto de éxito y sus características principales.
Una de ellas es que surgió en el momento adecuado y eso le permitió venderse muy bien durante años.
Cómo tentar a la suerte
Todo esto no significa que el éxito sea ciego o que constituya la excusa perfecta para no esforzarse, al contrario.
Buena parte de estos dos factores que hemos visto se pueden influenciar.
Entendiendo que vale más un buen padrino que un buen producto, con esfuerzo y trabajo puedes tratar de acceder a esos contextos privilegiados, siempre que vayas con el valor por delante.
Yo he trabajado con empresas como Microsoft y, en parte, fue una cuestión de suerte, pero la tenté con insistencia y el ofrecimiento de la solución que deseaban, hasta que empezamos a colaborar.
Del mismo modo, el timing se puede influenciar y, si ha pulsado en el enlace que he puesto antes, y leído el contenido que explica a fondo este concepto, habrá descubierto cómo.
Y luego, por supuesto, está la suerte inexplicable.
El hecho de que muchos que están entre los mejores en lo suyo lo intentan y no lo consiguen.
El hecho de que puedes haber hecho todo bien y, aún así, fracasar. Eso no es debilidad o incapacidad, es la vida. Porque a la suerte se la puede tentar e influenciar, pero no conseguir que haga siempre que lo que queremos. Y eso es algo que también debemos aceptar.
IMPORTANTE ARTICULO, SIEMPRE PENSE QUE EL ÉXITO SE LOGRABA CON BASTANTE TRABAJO, NO ASI QUE LA SUERTE JUGABA UN PAPEL IMPORTANTE EN EL ÉXITO.
La suerte es la consecución de pequeños actos hasta lograr el resultado. Buen artículo.