A menudo, en Recursos para Pymes, se comenta la importancia de la primacía, es decir, la importancia de las primeras impresiones. Las personas realizamos una serie de juicios de valor sobre otra persona, en los primeros instantes de entrar en contacto con ella, y lo hacemos de manera inevitable.
Es un mecanismo inconsciente, que técnicamente se suele llamar heurística. Es decir que nuestro cerebro realiza ciertas asociaciones automáticas, basadas en atajos que creó a partir de experiencias anteriores con personas que presentaban ciertas características similares a aquella a la que nos encontramos.
La cuestión con las primeras impresiones para lo que nos interesa hoy es que, por una parte, esas primeras impresiones son muy difíciles de alterar una vez se han formado. El proverbio de que no es posible una segunda oportunidad para causar una nueva primera impresión es cierto. A algunos de los clientes con los que trabajo les explico que, si quieren vender y persuadir, el momento ideal es cuando la persona todavía no ha formado su opinión totalmente. Si alguien se ha formado dicha opinión, es mucho más difícil cambiarla, toda una serie de mecanismos psicológicos entran en juego en nuestra contra.
Pues bien, lo mismo sucede con las primeras impresiones, una vez estas se han producido, es difícil cambiarlas. No es imposible, pero obviamente es mucho más fácil llegar hasta un objetivo cuando el camino es cuesta abajo.
Por eso, ya que el mundo funciona así, y a lo mejor es cierto que resulta algo injusto, la realidad es que lo mejor que podemos hacer es intentar aprovecharlo a nuestro favor. Eso significa que tenemos en cuenta las primeras impresiones, las cuidamos y las utilizamos para que nos faciliten el camino y este sea esa cuesta abajo.
Las primeras impresiones se trasladan a todo
Si bien esos atajos cognitivos de los que estamos hablando, y que conforman las primeras impresiones, se suelen tener en cuenta para las personas, la realidad es que se aplican a absolutamente todo.
La primacía es el hecho comprobado por el cual el comienzo de una experiencia determina enormemente la valoración de dicha experiencia por parte de alguien.
Eso se traduce en que, por ejemplo, si somos emprendedores en Internet, o dueños directamente de una tienda online, su diseño web es lo primero con lo que entra en contacto el usuario y, a partir de él, extrae un montón de conclusiones sobre la empresa, los productos, el trato y lo que puede esperar.
Sí, solo de las apariencias. Así que, si no lo hemos hecho, es hora de contactar con una buena agencia de diseño web.
Un diseño descuidado, anticuado, poco usable, con errores… inspira una desconfianza total que se traslada al producto y las ventas. El usuario piensa (y muchas veces con buen criterio) que si la empresa ha dedicado esa poca atención al diseño, probablemente habrá dedicado esa misma poca atención al producto y a su servicio.
Por ejemplo también, todos los estudios corroboran que aquellos que visten profesionalmente y de manera más cuidada son vistos como más profesionales y capaces, independientemente de que luego lo sean o no. Ese es el poder de las apariencias y las primeras impresiones.
Si somos emprendedores en Internet, el diseño web es ese traje, créame. Llevo más de diez años y han pasado varios diseños por mi propia web, le puedo asegurar que los datos de visitas, engagement del usuario (esa medida tan de moda ahora), compras y demás varían enormemente con el diseño, para los mismos productos y el mismo contenido.
Eso no significa necesariamente que tenemos que tener un diseño ultramoderno, sino que debemos cuidar la experiencia del usuario, para hacer que se deleite, que no encuentre rozamiento, dificultad ni errores.
La importancia en el producto
Cuando nadie se lo tomaba en serio, cierta empresa empezó a poner tanto cuidado en el embalaje y el proceso de apertura de sus productos como en el propio producto.
Esa empresa es Apple y, de hecho, hoy día hay toda una tendencia a grabar unboxings o apertura de productos en vídeo. Por supuesto, pronto las demás empresas comenzaron a imitar lo que hacía Apple y a poner tanto énfasis en el diseño del embalaje, y en el proceso de apertura (y lo que se iba encontrando el usuario en cada paso de la misma) como hizo la empresa de la manzana.
Igualmente, Apple pone un énfasis en el diseño externo de sus productos para que estos tengan una calidad apreciable y, sobre todo, sean la envidia del que ve el producto desde fuera.
Hace ya tiempo que los fans más acérrimos alegan que Apple dejó de ser una empresa de innovación tecnológica para convertirse en una de diseño. Y ellos no lo niegan, al contrario, de hecho lo abrazan. Ha contratado a gente de la alta costura y el diseño de moda para sus tiendas y sus líneas de producto, porque han visto el poder de la apariencia externa.
Y le va mejor que nunca.
Por eso algunos se siguen preguntando cómo es posible que alguien pague más del doble por un ordenador que a lo mejor hace la mitad o mismo que uno mucho más barato. La respuesta está en el exterior, en las apariencias y las impresiones externas.
Y puede parecer algo superficial, pero siempre ha sido y será así. El diseño y lo externo importan en todo: en nosotros, en nuestra web, en nuestros productos…
Si no le ponemos el cuidado que merece y no dejamos que profesionales se encarguen de ello, estamos perdiendo ventas, así de sencillo.