Murphy no está solo en la empresa

clientes deshonestos

Edward Murphy Jr. no pasó a la historia por ser el mejor en lo que hacía (la ingeniería y en particular la referida a cohetes de propulsión) sino por su ley. Nombrada y aplicada hasta la saciedad.

La ley de Murphy es algo que usamos a menudo en el mundo de la pyme, pero no es el único adagio que sospechosamente se adapta a lo que a veces ocurre en cualquier empresa y del que se puede aprender, y mucho.

Y si no, pasen y lean.

He aquí algunas leyes y corolarios más allá del de Murphy que a cualquier emprendedor, autónomo o pequeña empresa le sonarán sin duda, porque realmente forman parte del día a día de cualquier iniciativa de negocio.

La ley de la Controversia de Benford: según la cual la pasión o emoción es inversamente proporcional a la cantidad de información real disponible.

A tener en cuenta especialmente en marketing, ventas, etc. Al fin y al cabo quien tiene que levantar la voz o recurrir a adjetivos como maravilloso, increíble e insuperable es porque no tiene otro recurso… y los clientes, que cada día son más listos, lo saben.

Esta ley, por desgracia, es también aplicable a cualquier foro de Internet, en el cual conforme va aumentando en mensajes una discusión la cantidad de información relevante queda ahogada en un mar de ruido. Desgraciadamente esa situación puede llevar a darle la razón (aunque no necesariamente en sentido estricto) a otra ley, la de Godwin.

La ley de Hutbert: Mejora siginifica deterioro. Muy aplicable a cuando actualizamos cualquier software para nuestra empresa.

La ley de Keops: Todo cuesta más dinero y más tiempo de lo que parece. Esta ley debería estar escrita en la piedra encima de cada presupuesto en una pyme. No he visto todavía ningún presupuesto que se cumpla, pero es que tampoco he visto un presupuesto que en la parte de gastos no se descontrole por exceso.

El principio de Dilbert: Los trabajadores más ineficientes son siempre movidos donde puedan causar menos daño. Es decir, que son ascendidos y se les aleja del trabajo real. Nada más que añadir…

La ley de Finagle: Igual a la Ley de Murphy ("Todo lo que pueda ir mal irá mal ") más un esperanzador "en el peor momento".

La ley de Kolakowski: Para cualquier doctrina que uno se quiera creer, nunca se acaban los argumentos para sostenerla. ¿Quién puede decir que no es esta una ley universal? ¿Quién puede decir que no es el mandamiento que parece que guía cualquier reunión en una empresa?

La ley de Morton: Cualquier persona que muestra signos de llevar una vida lujosa, tiene obviamente dinero para pagar los impuestos, cualquier persona que lleve una vida frugal sin signo de riqueza, tiene obviamente suficientes ahorros para pagar los impuestos.

Pronunciada por John Morton, recaudador de impuestos del rey inglés Enrique VII, la leyenda cuenta que la Agencia Tributaria tiene enmarcada la ley y un altar con velas donde preside un retrato de Morton.

Ley de Parkinson: el trabajo se expande sin remedio hasta llenar todo el tiempo disponible para su realización. Y más amigo Parkinson, y más…

Ley de Wirth: el software de vuelve lento más rápidamente de lo que el hardware se vuelve rápido. ¿Qué más se puede añadir a una verdad universal?

Estas leyes son humor, humor necesario para el día a día de una empresa, que no todo debe ser trabajo y dedicación, pero es innegable que encierran una esencia cuanto menos real y que a la hora de tomar decisiones empresariales más de una debería rondar por nuestra cabeza advirtiéndonos.

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