El porqué de un fracaso que me tocó en lo personal y cómo ese motivo sabotea a muchos negocios

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Como es posible que sepa, no tardará mucho en aparecer el nuevo material: Cómo empezar un negocio. En él he quiero mostrar todo lo necesario que creo que funciona para comenzar una pequeña iniciativa empresarial con probabilidades de salir adelante en el mundo real. Nótese que nunca empleo, ni emplearé, palabras como «éxito seguro» o similares, porque eso no existe y quien lo vende es un timador.

La cuestión es, la motivación para crear Cómo empezar un negocio, después de tantos años en la brecha, se debe a un fracaso. Sí, esa es la verdad y ese fracaso no fue personal, pero me tocó de cerca. Y sí, así somos las personas, muchas veces es el aguijón, más que la miel, lo que nos motiva.

La cuestión es que ese fracaso empresarial vino dado por algo que, una y otra vez, nos afecta a todos cuando pensamos y planificamos. En psicología, que gusta de llamar las cosas de una manera muy profesional, lo denominan prejuicio cognitivo de confirmación y nadie se libra de sufrirlo. Pero al menos, cuando conocemos que nos ocurre, podemos evitar gran parte de e sus efectos. Así que vamos a ver en qué consiste y esto fue lo que pasó.

Se trataba de dos personas que conocía personalmente, muy buena gente, muy trabajadores y buenos profesionales en su campo, que quisieron ponerse por su cuenta. Durante mucho tiempo seguían mi web, me hablaban a veces de ella, de lo que escribía, de que estaban tomando notas porque un día querían seguir el camino de crear algo propio. Yo les dije lo que sigo siempre, que estaría bien, pues creo que hacen falta emprendedores, gente dispuesta a crear desde cero algo bueno. El caso es que les perdí la pista un tiempo y, cuando supe sobre ellos de nuevo, resulta que habían empezado por su cuenta… Y en menos de tres meses habían cerrado, perdiendo dinero.

Extrañado, me preocupé personalmente de saber un poco más y, entre los materiales de su iniciativa a los que tuve acceso, encontré varias cosas que ya había visto en otros emprendedores que no lo habían conseguido. Para empezar, encontré la prueba de que el prejuicio cognitivo de confirmación había actuado poderosamente sobre ellos, como lo hace en otros muchos que empiezan.

Dicho prejuicio cognitivo es la tendencia innata de las personas a tener en cuenta información que coincida con lo que ya pensaban de antemano, y desechar aquella que va en contra de lo que piensan. Si alguna vez ha presenciado una discusión política, de fútbol o religión, habrá visto este prejuicio en acción. Cuando se me ocurrió estudiar el caso de estas personas más a fondo, vi que tenían un panel de esos de corcho lleno de apuntes, notas y algunos artículos de esta web, impresos.

Cuando los repasé, siempre iban de lo mismo. Historias de éxito, artículos más o menos motivadores sobre emprender, que hablaban de ilusión por encima de todo. Aquellos que iban sobre la necesidad de tener muy bien atado el tema del dinero, que todo es más duro de lo que parece y que lo importante es cerrar la venta y perder días en el diseño de unas tarjetas bonitas, habían sido ignorados. A veces algún cliente me escribe y me dice que en ocasiones parezco ponerme en lo peor y que no todo es tan duro, que a ellos les ha ido bastante bien desde el principio. Y en ocasiones así es, pero en general no. Aunque suelo resaltar que emprender es difícil y hay que tener atados temas no muy agradables, eso no importa. Muchos emprendedores van con unas nociones preconcebidas, recopilan solamente la información que «encaja» con ellas y desechan el resto.

No sólo lo vi entonces, lo he visto en otros muchos emprendedores que creen que lo importante son unas cosas y desechan otras igualmente críticas. En especial, tendemos a ignorar las cosas que son duras y las desagradables y eso es humano. Lo importante es todo, lo que nos agrada y lo que no. Queremos creer lo que nos dicen esos libros de autoayuda enmascarados como libros de negocio, que hacer lo que nos apasiona es suficiente y que si seguimos nuestra ilusión el dinero ya vendrá. El dinero no vendrá si no empujamos con un montón de Marketing, y tendremos que cerrar si no hemos planificado nuestra tesorería. Eso es el mundo real que se encontraron estas dos personas, pero eso no suena tan bien y preferimos centrarnos en cosas más agradables.

Por eso quise hacer «Cómo empezar un negocio», para que todo lo importante y lo que es vital esté en un solo sitio, de manera completa. Esa es mi manera de pelear contra ese prejuicio cognitivo y, es más, todo estará allí por orden de importancia. Por eso se empieza por el mercado (que ya hemos visto primero aquí y luego aquí), se sigue por el incómodo tema del dinero y también se habla mucho de Marketing. Porque eso es lo importante y si está todo junto así no hay manera de evitarlo.

No sé si hubiera marcado una diferencia en estas personas el que hubieran leído Cómo empezar un negocio. Pero al menos habrían entendido la inevitable importancia de la tesorería y habrían puesto en orden sus prioridades en su caso, que debían haber sido: primero cierra la venta, luego todo lo demás. Con ventas cerradas ya podemos empezar a pensar en qué ordenador me compro, el logo de la empresa y cosas similares. Lo contrario es empezar la casa por el tejado.

Para que eso no pasara de nuevo y porque el prejuicio cognitivo de confirmación ya ha arruinado a bastantes emprendedores, hice «Cómo empezar un negocio».

Y es que aunque no quede bien decirlo, a veces nos motiva más evitar ese dolor extraño cuando ves fracasar a quien te importa, que sentir placer de conseguir cosas.

[box type=»info»] Este artículo hace referencia al libro libro Cómo empezar un negocio, que puede encontrar aquí.[/box]
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