La técnica para usar el estrés a nuestro favor, según los estudios

Hoy vamos a ver uno de esos materiales que le van a servir para siempre y en cualquier situación.

¿Sufre de ansiedad o estrés ante ciertas situaciones en su negocio? ¿Ante ventas, llamadas, reuniones o presentaciones?

Bien, eso son buenas noticias.

En serio, lo son porque aquí vamos a ver la técnica, demostrada, que nos va a permitir coger ese estrés y hacerlo trabajar para nosotros, en vez de contra nosotros.

De hecho, a partir de hoy, verá esas sensaciones incómodas como algo positivo, como energía que puede usar para sus fines, en vez de sabotearlos.

Vamos con ello, porque es algo que le acompañará siempre.

La nueva ciencia del estrés

Kelly McGonigal es psicóloga y autora de The upside of stress, donde analiza la ciencia referida a la mentalidad y la actitud hacia dicho estrés. Y una de sus principales conclusiones, tras las investigaciones que ha realizado, es la siguiente:

La actitud, la manera que tienes de ver el estrés, influencia los efectos que dicho estrés tiene sobre nosotros.

Entendiendo el estrés

El estrés es una reacción natural que la evolución nos ha puesto ahí para que nuestro cuerpo afronte mejor las situaciones difíciles. Si ante una de esas situaciones de crisis no siente nada; ni ansiedad, ni temor, algo no está funcionando bien.

El problema con el estrés no es que exista, el estrés tiene un papel positivo. El problema es que, hoy día, con nuestros trabajos y modos de vida, está anormalmente alto demasiado tiempo, en vez de ceñirse a situaciones puntuales.

La actitud correcta y sus efectos estudiados

Poner al estrés en el lugar que le corresponde es importante porque, cuando tenemos esa reunión crucial, ese evento en el que vamos a hablar o vamos a acercarnos a decirle algo a esa persona, sentiremos los signos. Nos subirá ese calor, las mariposas se soltarán por el estómago, la boca se nos secará y se desatará también cualquier otro elemento particular de nuestro caso.

Cuando eso ocurra, tenemos que verlo como realmente es, como una señal positiva. Nuestro cuerpo se está preparando para ayudarnos a afrontar una situación difícil, y deberíamos agradecerlo y no criticarlo por ello.

Es cierto que hoy día las respuestas al estrés ya no suelen ser porque precisamos cazar o huir, son por otras cosas, pero da igual. La cuestión es que, según las investigaciones de McGonigal y otros, cuando uno piensa de esa manera al notar las sensaciones, y aunque sólo se haga durante cinco breves segundos, el efecto del estrés cambia.

En diversas pruebas, incluidas las de rendimiento (que al final es lo que nos interesa) la mentalidad hacia el estrés que se tenía influenciaba el efecto de ese estrés y el desempeño de la persona. Los que reenfocaban el estrés como lo que realmente es, algo positivo que viene en nuestra ayuda, lo hacían mejor.

Ahora, esto no es autoayuda sin demostrar, se ha probado y es un caso especial del efecto psicológico de la profecía autocumplida, donde si crees todo el rato que vas a fracasar, al final, de manera subconsciente, actúas llevándote al fracaso. En este caso, lo que nos interesa es que lo contrario también puede ser cierto.

La teoría del estrés adecuado

Parece, por lo que se está recogiendo en los últimos estudios, que calmarse ante una de estas situaciones no es lo óptimo y que, de hecho, puede resultar incluso contraproducente. Es mejor algo de estrés.

El estrés ayuda al rendimiento, de manera que una cierta cantidad de dicho estrés mejora el desempeño. Es el «estrés positivo» que todos hemos vivido alguna vez cuando se acercaba cierta fecha de entrega de algo y nos «pusimos las pilas», sacando energía que no sabíamos ni que teníamos.

Sin embargo, al llegar a cierto punto, sobrepasar el nivel de estrés produce el efecto contrario y nuestro desempeño empeora. Encontrar ese punto álgido, antes de que la curva caiga hacia abajo, es lo ideal.

El estrés puede hacer que tomemos mejores decisiones

El neurólogo Antonio Damasio descubrió que pacientes que tenían afectada e inutilizada la región del cerebro encargada de las emociones, no se volvían lógicos como el señor Spock y tomaban las mejores decisiones. De hecho, lo que les ocurría es que no tomaban ninguna, al verse afectados por la llamada parálisis por análisis.

Algo de emoción es necesaria para la toma de decisiones y, es más, se ha demostrado que ciertos niveles de ansiedad hacen que nos fijemos más en detalles y estemos más alerta en dichas decisiones.

No todo es positivo, claro, de hecho el estrés y la ansiedad tienden a hacernos demasiado aversos al riesgo, dejando de lado posibles decisiones óptimas que incluyan ese riesgo.

El estrés mejora nuestros reflejos

En 2012 se descubrió que aquellos que tenían una cierta ansiedad, reaccionaban más rápido que los que no. Lo que hace la élite que tiene que desarrollar su tarea en situaciones así (bomberos, deportistas, militares…) es entrenar y practicar constantemente, de manera que los actos que han de hacer se vuelven automáticos.

Una vez el estrés entra en juego, sus reacciones son más rápidas, por su cuerpo corre esa energía de más necesaria, pero el entrenamiento les ayuda a hacer lo que precisan a hacer, olvidando los instintos. Bien es cierto también que el estrés hace que seamos más lentos en respuestas no aprendidas o que ejecutemos instintos que pueden no ser óptimos. De ahí la insistencia en entrenamiento en todos los escenarios.

Esto es adaptable a cualquier entorno de negocios. Si ha de vender, practique con otros la situación. Si ha de hablar en público, practique. Steve Jobs hacía las presentaciones que hacía porque las estaba ensayando durante semanas hasta el último milímetro, obsesivamente como era él. No nos dejemos llevar por el mito de su arrollador carisma natural.

En una situación importante, el estrés no se lo va a quitar, vendrá y le energizará, que para eso está. Pero, gracias a la práctica, conseguirá no sobrepasar el nivel óptimo de ansiedad, al haberse desensibilizado algo con dicha práctica. Además, le permitirá enfocar bien esa energía del estrés, porque la práctica y el entrenamiento hacen de cauce para que discurra.

La utilidad diaria de todo esto

Mi objetivo con este material es mostrarle que, al contrario de lo que nos cuentan siempre, el estrés tiene una parte positiva, es bueno y hay que verlo así. Esa es la manera en la que lo hace la élite, los campeones deportivos, los triunfadores. Esa energía es positiva, significa que estamos haciendo algo importante.

También he querido mostrarle que, de acuerdo a los estudios, reenfocar el estrés en nuestra cabeza, viéndolo como algo positivo que viene en nuestra ayuda y nos prepara para el reto, ayuda a recoger sus beneficios.

Es tiempo de reevaluar nuestra noción del estrés. El estrés le da energía y fuerza, lo que tenemos que hacer no es negarla, sino encauzarla, aprovecharla, no señalarla con el dedo y no agobiarnos por ella, porque eso hará que pasemos el límite óptimo de estrés.

Igualmente, la cantidad adecuada de estrés, junto con entrenamiento para no pasar a niveles perjudiciales, es lo que nos facilitará que, en nuestro caso, el estrés sea un arma en nuestro arsenal, y no una que nos esté apuntando.

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