3 lecciones de emprendedor aprendidas por las malas

No hay mejor aprendizaje que el que se tiene cuando uno no consigue lo que tenía previsto. Muchas veces en esos momentos tienes ganas de todo menos de poner buena cara y aprender, es normal, todos somos humanos, pero cuando uno decide (a pesar de lo duro que sea) tomárselo como un aprendizaje en vez de como un fracaso, entonces marca la diferencia de verdad.

De hecho uno de los rasgos más comunes en muchos emprendedores de éxito es precisamente ese, que cuando las cosas no salen como está previsto no es porque el destino sea cruel y vengativo, sino porque es necesario aprender algo. En lo personal las veces que esa actitud es la que ha dominado la situación han sido las que mejor resultado práctico ha dado a la hora de obtener resultados.

Además ¿quién puede olvidar las lecciones impartidas con un poco de dolor? Cuando algo malo nos ocurre pocas veces lo repetimos.

Por eso he aquí 3 lecciones en eso de ser emprendedor, que han sido aprendidas "por las malas", por aquello de que así quizá no sea necesario que otros repitan ese duro camino para captar el "quid" de la cuestión.

Lección 1.- Dar tanta importancia al marketing como al producto.

Cuando uno pone en marcha un excelente producto o servicio (o empieza como emprendedor) suele ser el resultado de incontables horas de trabajo, noches sin dormir y un montón de ilusiones rondando por la cabeza.

Es tanto el esfuerzo físico y emocional que se pone en ello que, cuando por fin es el día y sale a la luz, uno se queda con esa sensación de extenuación, de vacío, con ese "efecto rebote" en el que sólo quieres descansar y ver cómo el niño crece y da resultados.

Pero no crece ni da resultados por sí solo.

Cuando uno saca a la luz sus más queridos proyectos es sólo el principio del trabajo, para el 99% de las pymes queda una enorme tarea por delante para mostrar eso ante quienes puedan estar interesados, y hacerlo de manera atractiva.

En definitiva, queda el Marketing. Trazar un plan y hacerlo realidad.

Sí, es cierto, no es agradable, porque ha sido tanto el esfuerzo en la realización del producto que darte cuenta de que sólo es el comienzo del trabajo es como cuando crees que has alcanzado la cima, miras hacia arriba y aún queda más montaña que la que has escalado.

Pero mejor es eso que sabotearnos viendo como nuestro querido producto languidece y todo ese esfuerzo anterior ha sido en vano.

En una pequeña empresa es tan importante el marketing como la producción, porque tenemos que batallar con una enorme cantidad de ruido y competidores.

Lección 2.- A nadie le importa nuestro producto o nuestra empresa.

A nuestros clientes esas ilusiones o noches sin dormir que hemos comentado no les interesan, ya tienen sus propias preocupaciones e insomnios, por lo que sólo nos van a compensar en la medida en la que les demos soluciones, no por el mero hecho de habernos esforzado.

Como todas las mejores lecciones, es breve y directa. Reflexionar sobre ella ha llevado a buenos resultados, cegarse en mirar el propio ombligo al desastre.

Lección 3.- La realidad y lo que pensamos no se parecen en nada muchas veces.

Si queremos conseguir clientes tenemos que ser nuestros clientes. Ver con sus ojos, pensar con sus mentes y sentir como ellos.

Y luego tenemos que esforzarnos por proporcionar la mejor solución que puedan encontrar.

Da igual las "innovadoras estrategias" que aparezcan ahora o dentro de cien años, esa es la verdad inmutable que permite conseguir clientes y nunca cambiará.

El problema es que desde nuestra perspectiva de empresa las cosas se ven de manera diferente a cómo nuestros clientes lo interpretan y lo peor es que creemos que lo que nosotros pensamos es la verdad absoluta.

Si bajamos de nuestro castillo y preguntamos nos llevaremos alguna que otra enorme sorpresa. Garantizado. Muchas veces creemos que los clientes valoran algo cuando en realidad es todo lo contrario.

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