Cómo aumentar la productividad con el registro de las horas de trabajo

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Cuando era consultor de negocios, las horas de trabajo resultaban difusas y eternas, era la cultura imperante.

Sabías que entrabas a primera hora de la mañana, pero no sabías cuándo saldrías.

Esa cultura de horarios interminables era una herencia. Siempre se había hecho así y se seguía haciendo de esa manera. Sin plantearse el porqué.

Y sobre todo, sin darse cuenta de que es muy negativa para la productividad. Sin embargo, por desgracia, también está más extendida de lo que parece.

Para empezar, te decían que tenías un horario flexible y todo estaba determinado por proyectos y resultados. Y si terminabas pronto, te marchabas pronto.

Y la teoría, como casi siempre, era buena, pues está más que demostrado que la flexibilidad laboral garantiza la productividad.

Sin embargo, la práctica era otra.

No importaban realmente los resultados o que hubieras acabado un proyecto o no. Esa cultura de empresa igualaba estar presencialmente largas horas en la oficina o en la sede del cliente (aunque no hicieras nada) con un mejor trabajo.

Así, había reuniones que se prolongaban eternamente, o largos periodos de espera, porque nadie quería salir el primero.

Y no había descansos ni flexibilidad según la situación personal.

Tampoco había un registro horas trabajadas, y eso era un error. Porque, como dijo Peter Drucker, en la que probablemente es la cita más importante respecto a los negocios:

«No puedes mejorar lo que no puedes medir.»

Con lo cual, la conclusión es clara:

¿Quieres mejorar la productividad? Primero has de medirla.

Y la medidad de la productividad empieza por la medida de las horas trabajadas.

En esta misma web hemos visto cómo controlar tu tiempo es uno de los antídotos para esas pérdidas de productividad. Se pueden usar herramientas de software para ello, pero algunas empresas usan dispositivos como el Pen Finger, mucho más avanzados y precisos.

Y es que el registro de las horas trabajadas en las PYMES permite mayor flexibilidad a los empleados, mejorar la productividad y facilitar la conciliación entre trabajo y familia.

España siempre ha tenido un problema histórico de productividad.

Jornadas que se prolongan en el tiempo, que no se adaptan a las situaciones, que hacen que la productividad real, el trabajo obtenido respecto al tiempo empleado en él, sea muy baja.

Es más, esa falta de flexibilidad y de gestión de horas provoca quemazón y alta rotación en los puestos de trabajo. ¿Qué provoca eso a su vez? Todavía un peor trabajo, ya que al estar insatisfecho no lo vas a dar todo.

Además, no estar suficiente tiempo en un puesto no permite alcanzar una experiencia suficiente en lo que haces ni, por tanto, una maestría en lo que haces, mejorando la manera de hacerlo.

Siempre lo digo, los negocios, al final, son una cuestión de personas. Como bien concluye el fenomenal libro de Jim Collins Good to Great, donde analiza los factores de éxito de miles de empresas, uno de los más importantes es:

«Contratar a la persona adecuada en el puesto adecuado.»

Sin embargo, no vamos a conseguir optimizar ese factor personal del éxito si no garantizamos un trabajo productivo, efectivo y satisfactorio de esas personas.

Y todo eso comienza con el control de horas de trabajo. Y no para que los negocios ejerzan de policía o presionen para trabajar más horas.

La clave es centrarse en la productividad, no en el tiempo.

Por eso, una empresa que controle y vea demasiadas horas de trabajo no debería estar orgullosa, sino preocupada. Porque eso es un signo de gestión muy mejorable.

De hecho, ese control de horas nos permite ver, con claridad y eficiencia, dónde está el problema concreto. Eso también permite actuar quirúrgicamente y poner medios para resolver el problema en cuestión.

Es hora de centrarse en la productividad. Hace poco, el magnate Elon Musk envió un mensaje a todas sus empresas (Tesla, Space X, etc) en ese sentido.

Era hora de mejorar ese aspecto clave, de eliminar viejos vicios, largas reuniones sin sentido, y flexibilizar.

Esa es la clave para ser competitivos.

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