El terrible juego de la espera

¿Sabía que un secuestro es lo que se llama un «juego de la espera»?

Quien se encarga de resolverlo busca pistas y demás, pero esencialmente hay que esperar hasta que el secuestrador llame y establezca la pauta de cómo actuar.

El camino a seguir no se traza hasta que no se produce esa llamada y se sabe por donde van los tiros.

Sé lo que está pensando: «¿qué tiene que ver esto con ser emprendedor y, sobre todo, cómo me va a ayudar a conseguir más resultados?» Pues mucho.

Hace tiempo me di cuenta de que gran parte de mi actividad como emprendedor estaba secuestrada. Que estaba inmerso en un «juego de la espera» constante. Ser consciente de eso ha sido una de las cosas más importantes que me han servido para conseguir más resultados. Deshaciéndome de esa dinámica, claro.

Es muy posible que eso le esté ocurriendo a usted también y es el peor sitio para estar, se lo aseguro. Mientras participemos en «juegos de la espera» estamos secuestrando la mayor parte de resultados que podemos conseguir.

El verano, las vacaciones, nos falta ese software, ahora no son buenos tiempos… Esas son excusas que nos hacen entrar en el juego de la espera.

Mientras escribo esto un sol radiante entra por la ventana. El verano está aquí y en la mayoría de las empresas todo el mundo tiene la mente más en las vacaciones que en otra cosa. Todo se vuelve más lento y las ganas de hacer algo se reducen.

Para muchas actividades esta es una época donde las ventas languidecen al sol, los proyectos comienzan a aletargarse y a partir de septiembre ya empezaremos a ver qué hacemos. Hasta entonces no merece la pena esforzarse mucho.

Si cree que algo de eso es cierto está secuestrado e inmerso en un terrible juego de la espera.

Esa clase de juegos son uno de los principales enemigos del emprendedor y son fácilmente reconocibles porque siguen esta dinámica.

«Cuando se den las circunstancias idóneas actuamos».

Ejemplos varios: «A la vuelta del verano ya veremos», «cuando adquiramos e instalemos el software de CRM ya empezaremos ese seguimiento», «cuando pase la crisis ya invertiremos en Marketing», «hasta que no tengamos el producto perfecto no salimos a la luz»

Todo esto suena muy sensato, porque sólo un loco se pondría en marcha sin que se den las circunstancias adecuadas.

Pero es mentira, de las más grandes que le van a contar en su andadura como emprendedor.

Siento reventar el final de la película, pero las condiciones externas nunca van a ser adecuadas y un verdadero emprendedor nunca actúa guiándose por ese credo.

El destino final que nos aguarda

Este es el destino final de cualquier emprendedor que participa en juegos de la espera: que estará esperando para siempre, porque el momento perfecto no existe.

Pero aquí viene la trampa insidiosa que nos convence de lo contrario. Nadie en su sano juicio va a hacer sonar teléfonos un 25 de diciembre, eso es obvio, sería una pérdida de tiempo y esfuerzo. Todos sabemos que en Marketing y Ventas el «timing», o cuándo se hagan las cosas, es vital. Llamar en domingo es inútil porque no hay nadie, pero he aquí la trampa. Ese razonamiento, que es válido en apenas un 1% de las situaciones, lo usamos para excusar el 99% de las situaciones.

Yo mismo lo he hecho, me he repetido ese argumento y no he parado hasta convencerme. Me he sentado a esperar a que las cosas cambien, a esperar que sea el momento justo y a pasarme una enorme cantidad de tiempo eligiendo la herramienta «adecuada» para poder ponerme en marcha.

Sólo hacía que evitar cosas y perder el tiempo.

¿Cuándo es el momento adecuado?

Para cualquier cosa relacionada con su iniciativa de negocio (y también para cualquier cosa que queramos hacer en nuestra vida) el momento de actuar es AHORA.

O mejor aún, como dice Seth Godin: «el mejor momento era el año pasado, el segundo mejor momento es ahora».

Dado que el año pasado no va a volver nunca, no cuenta, así que es AHORA.

Mucha gente cree los susurros de ese enemigo y participa en juegos de la espera porque viene el verano, porque no es buen momento astrológico o económico, porque las cosas no son fáciles y el camino es cuesta arriba y con zarzas.

Nunca lo estará, el mundo no se va a convertir en una utopía, nunca ha ocurrido y nunca ocurrirá.

El verdadero emprendedor, pone un pie delante de otro y sigue caminando. Aunque se roce con la zarza y se clave las piedras, porque sabe que si espera a que el camino esté asfaltado, va a estar esperando siempre. Y esperar no es manera de vivir.

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