Dos cosas que no le contarán sobre ser emprendedor

A veces me siento un poco como quien acomoda a su hijo en el regazo y le empieza a explicar, porque no tiene más remedio, las cosas, no demasiado agradables, de ser adulto.

Y hoy me gustaría explicar el papel que juegan, en esto de ser emprendedor y tener éxito, dos elementos que no se comentan en el 99% de literatura de gestión y negocios, pero que tienen un tremendo efecto real en los resultados.

Se trata de:

1) Estar en el momento adecuado. O como dicen los ingleses, el «timing».

2) La pura suerte.

Ambos factores son reales y van a tener una influencia tremenda en los resultados de nuestra empresa.
Nos guste o no.

¿Por qué se ignora su papel crítico?

Principalmente por dos razones.

1) No se pueden controlar.

Es decir, no dependen de nosotros, con lo que tendemos a desecharlas.

Es cierto que, realmente, si es algo que no puedes gestionar, no merece la pena preocuparse mucho por ello, pero también es cierto que muchos emprendedores hacen todas las cosas bien y, sin embargo, el resultado final no es el esperado.

¿Por qué?

Porque muchas veces no ha sido el momento adecuado o, simplemente, hemos tenido mala suerte.

Y ya está, no es que no valgamos para ello o seamos un desastre.

2) No queremos verlas ni asignarlas la importancia que tienen.

Si uno lee la mayoría de autobiografías de emprendedores famosos, lo cierto es que están llenas de osadía, fuerza de voluntad y trabajo.

Todos esos elementos son necesarios, porque no importa la suerte y el «timing» que tengamos; si no hemos trabajado en nada destacable que ofrecer, no tendremos nada por lo que nos vayan a querer pagar.

Pero en la mayoría de esas biografías nadie achaca su éxito a la suerte o momento en que actuó, aunque sí es cierto que se hace cuando se trata de fracasos.

¿Por qué?

Esto se suele explicar por algo llamado el «prejuicio cognitivo del superviviente».

Los más familiarizados con los materiales de Persuasión de Recursos Para Pymes, ya sabrán lo que es un prejuicio cognitivo. Los que no, basta decir que son rasgos que todos los humanos poseemos y que hacen que no veamos el mundo tal y como es objetivamente, sino a través de un sesgo que, normalmente y como mecanismo de defensa psicológica, nos ilumina con una luz más positiva de la que realmente nos alumbra.

En el caso del «Prejuicio cognitivo del Superviviente», éste consiste en achacar los éxitos que se han tenido en el pasado a cualidades positivas propias: como la capacidad de trabajo, el carisma, el sacrificio o lo que sea, dejando de lado cosas fuera de nuestro control, como la suerte o el momento adecuado de tiempo en el que actuamos.

Por eso cuando lee esas autobiografías, Branson, Gates o Jobs, parecen héroes, que consiguieron derrotar al dragón y quedarse con el tesoro gracias a su atrevimiento, inteligencia o capacidad de visión.

Pero lo cierto es que, en mi experiencia, tanto propia como con otros emprendedores, la pura suerte y el «timing» juegan un papel increíblemente importante.

He visto emprendedores con mucha más capacidad de sacrificio que otros y mejores productos, que han caído, mientras competidores más mediocres prosperaban.

Nada es más común también que el genio que muere sin descubrirse o la obra de arte que se aprecia mucho después de lo que se creó.

Veamos otro ejemplo claro.

¿Cuántos ejemplares se han vendido de libros sobre millonarios que explican con detalle cómo lo hicieron para amasar su fortuna?

Millones, nunca mejor dicho.

¿Cuántos millonarios nuevos, sin embargo, han aparecido tras seguir esos preceptos?

Muy pocos.

Principalmente porque la mayoría de los que leen eso no lo ponen en práctica, pero aunque sólo unos pocos lo pongan en práctica, un pequeño porcentaje de ellos tampoco lo consigue, a pesar de hacer todo lo que se les dice.

¿Por qué?

Porque faltan en la ecuación los intangibles que no se pueden controlar y que no son los mismos que en el caso de los autores de dichos libros. Es decir:

1) La suerte.

2) El «timing».

Esto nos deja un sabor de boca agridulce, pues: ¿cuál es la lección práctica si no podemos controlar esto?

Lo cierto es que no son del todo incontrolables, al menos uno.

No recuerdo quien dijo eso de que: «Qué curioso, cuanto más trabajo, más suerte parece que tengo», pero es cierto. Con lo cual, el primer factor no está del todo fuera de nuestras manos.

Si recordamos, hace poco hablábamos de la dificultad de calibrar cuánto cuestan las cosas, aunque la respuesta es siempre la misma: «Cuestan siempre más de lo que creemos que van a costar».

En cuanto al segundo factor, éste es más difícil, pues con el tiempo ves que no hay un momento perfecto ni puedes pasarte la vida esperando.

El único momento bueno es ahora.

A veces es cuestión de usar una estrategia concreta, otras, como en este caso, es una cuestión de reconocer que, en más ocasiones de las que nos gustaría, la ciega suerte y el momento oportuno también están sentados a jugar esta partida.

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